Residencia exclusiva en La Vista Country Club, donde el lujo no se exhibe, se respira.

Hay propiedades que se anuncian. Esta se insinúa. Ubicada en el corazón de La Vista Country Club, esta residencia no busca impresionar: seduce con silencios arquitectónicos, proporciones exactas y una atmósfera que solo quienes han vivido el verdadero lujo saben reconocer.

Desde el acceso, la cochera para tres vehículos no es un espacio utilitario: es una declaración de discreción. El salón de juegos, con baño completo y jardín en doble altura, no entretiene: prolonga el tiempo. La terraza techada, con asador y fregadero, no convoca reuniones: cultiva rituales de convivencia íntima.

En el primer nivel, los espacios no se conectan: se orquestan. El lobby vestibular introduce la estancia, el estudio, el comedor, la cocina y el bar en una secuencia que privilegia la fluidez sobre la función. Cada ambiente está diseñado para ser vivido con intención, sin interrupciones, sin ruido.

En planta alta, las tres recámaras no ofrecen descanso: ofrecen retiro. Cada una con vestidor, baño privado, aire acondicionado y luz natural que no invade, sino que acaricia. La principal, con doble lavabo, contempla la intimidad compartida sin renunciar al confort individual.

Esta propiedad no se recorre: se habita. Y cada rincón parece haber sido concebido para quien no busca una casa, sino una forma de estar en el mundo. Porque el verdadero lujo no está en lo que se ve, sino en lo que se siente cuando nadie está mirando.